Arquitectos del país ya asimilaron las lecciones de Barragán: Palomar

04 de Julio de 2014
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México, 4 Jun. (Notimex).- Los mejores arquitectos que hoy ejercen en este país tienen asimiladas las lecciones de Luis Barragán (1902-1988), pero no de una manera textual o tratando de copiar las formas y lugares comunes hechas acerca de un “Barraganismo” que no existe, sino entendiendo las claves de la arquitectura de ese artista. Y a partir de eso producen, ya con su temperamento y visión, sus propias hechuras.

Consecuentemente, la evidente presencia de Luis Barragán, el arquitecto mexicano por antonomasia, en el quehacer arquitectónico del México del siglo XXI, es significativa en grado superlativo, entre otras cosas, porque tiene distintas vertientes, señaló anoche Juan Palomar Verea (Guadalajara, 1956), graduado del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Universidad Jesuita de Guadalajara.

Entrevistado por Notimex minutos antes de participar en la mesa redonda “Luis Barragán: Origen y presencia”, el titulado como arquitecto en 1980 subrayó que desde entonces es un arquitecto que practica la profesión. Antes de eso, recordó cuál fue su primer acercamiento a Luis Barragán, quien en estos días es objeto de un homenaje internacional organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

Al hacer una reflexión sobre el origen del poderío artístico de Luis Barragán y lo que tiene qué ver con su formación estética y sus influencias que a la postre lo llevaron a ser el arquitecto tan importante que fue, el entrevistado recordó: “Tuve la suerte de que mi padre y mi abuelo fueran amigos de Luis Barragán. Tendría yo cinco o seis años de edad cuando ellos me llevaron a conocerlo y a conocer su casa. Algo impactante”.

Palomar Verea añadió que con el paso de los años y luego de que estudió arquitectura, Barragán lo recibía con regular frecuencia para sentarse a platicar, tomar tequila y para hablar de cosas interesantes para ambos. “Para mí fue una experiencia extraordinaria”, acotó el cofundador de la Fundación de Arquitectura Tapatía “Luis Barragán”, heredera y encargada de cuidar el patrimonio de Barragán, casa, archivos y colecciones.

Autor de numerosos libros y ensayos, el entrevistado, quien ha trabajado un buen número de años en el quehacer arquitectónico, enfatizó al señalar que hay dos vertientes en la obra de barragán.

Por un lado, dijo, “está la obra pública. Por el otro, se ubica la obra privada. A su vez, dentro de la primera hay dos géneros: Las obras maestras absolutas y las obras seminales que han tenido influencia y trascendencia mundial”.

Abundó que se trata de un alcance internacional muy profundo en casi todos los arquitectos notables de la actualidad. Ejemplo de lo anterior son su casa particular en Tacubaya y la Capilla de las Capuchinas en Tlalpan.

“Ambas obras encierran una potencia y una espiritualidad que conmueven a quienes las conocen”, subrayó el entrevistado, notoriamente emocionado al hablar de quien hoy en día es icono del buen quehacer arquitectónico nacional.

De acuerdo con Palomar Verea, en su alma e inteligencia anida un sentimiento de agradecimiento hacía Barragán, por su generosidad y su manera de hacer las cosas y tratar a la gente; “fueron una lección humana realmente central para mí como persona y como arquitecto profesional”, acotó.

También y al mismo nivel, dijo admirar y sentir gratitud por su postura como artista. “El fue independiente y marginal; nunca le interesó ir con la moda ni con lo que se hacía en determinada época dentro o fuera de México y profundizó cada vez más en su propio camino para alcanzar cumbres insospechadas. Era, además y sin pretenderlo, un maestro absoluto del arte de vivir, de conversar, de departir y de regalar”.

Y tras rubricar la entrevista al subrayar que “la arquitectura de Luis Barragán habla por sí misma”, Palomar Verea subió al estrado de la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes para tomar parte en la mesa redonda donde intercambió ideas con los doctores Xavier Guzmán Urbiola y Louse Noelle Gras, y el poeta Jorge Esquinca. La noche fue de Barragán y su legado que ha trascendido su natal México.