Escritores disertarán sobre literatura y el Palacio de Bellas Artes

11 de Julio de 2014
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México, 11 Jul. (Notimex).- Para continuar los festejos por los 80 años del Palacio de Bellas Artes, el INBA organizó una mesa de análisis en la que la excelencia artística en el rubro literario hará un reconocimiento al máximo recinto cultural del país.

Durante dicho acto, a realizarse el 16 de julio próximo en el espacio cultural, participarán Margo Glantz, Jaime Labastida, Eduardo Lizalde y Elena Poniatowska, bajo la moderación de Bernardo Ruiz, explicó en un comunicado el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

Recordó que desde marzo pasado reconocidos creadores nacionales y del extranjero han participado en las celebraciones del Palacio de Bellas Artes, y en este caso los escritores disertarán sobre la influencia de este recinto en la literatura.

El INBA reprodujo declaraciones de Elena Poniatowska, para quien el recinto marmóreo ha contribuido mucho a la creación artística nacional e internacional, pues “es un gran honor actuar, cantar, exponer en Bellas Artes, es una consagración del artista”.

La escritora y periodista recordó que el telón de la Sala Principal del recinto cultural es un referente de la belleza natural, y recordó que una vez “estaba Rita Macedo parada en Tonantzintla, Puebla, y le dijo a Carlos Fuentes: ´mira, fontacho, igualito al telón de Bellas Artes´. Su idea de los volcanes era la que le daba el Palacio de Bellas Artes”, añadió.

DEstacó que es una pieza singular, pues es el único telón antifuego en el mundo dentro de un teatro de ópera. La cortina de cristal, que siempre antecede a los mejores espectáculos, fue elaborado por la casa Tiffany de Nueva York con un millón de piezas de cristal opalescente.

A su vez, Jaime Labastida, poeta, filósofo y presidente de la Academia Mexicana de la Lengua, recordó que la primera vez que visitó el Palacio de Bellas Artes fue en 1956 o 1957, siendo estudiante, para escuchar a la clavecinista Wanda Landowska.

Tiempo después, como funcionario del INBA, recorrió el recinto “desde la cúpula hasta el sótano. Tengo gratos recuerdos de ese lugar y no hay otro semejante a él en el mundo”, refirió.

“He estado en el Palacio Garnier, en Francia, y en el Teatro Colón, en Buenos Aires, Argentina, pero no tienen la riqueza artística, ni el mármol de Carrara o las pinturas y murales como el nuestro”, resaltó.

Sin embargo, el escritor señaló que el Palacio de Bellas Artes ha contribuido muy poco a la vida literaria en México, porque “está dedicado a las artes escénicas, a la ópera, a la música, la danza, tiene salas de exposición; pero si lo comparamos con recintos que realmente se dedican a la literatura, el espacio es muy pequeño”.

Desde marzo de 2014, destacados artistas nacionales e internacionales se han presentado en el Palacio de Bellas Artes para conmemorar sus 80 años de actividad artística ininterrumpida, expuso el INBA.

Entre esas actividades destacan los conciertos a cargo de la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo, la Royal Philharmonic Orchestra y del pianista chino Lang Lang, así como las exposiciones sobre Picasso y Ángel Zárraga.

El Palacio de Bellas Artes tiene como antecedente inmediato al edificio que albergaba al antiguo Teatro Nacional, considerado el más importante en su género en la vida artística y cultural de México durante la segunda mitad del siglo XIX.

Al iniciar el siglo XX, como parte del programa de obras arquitectónicas con las que se embelleció a la Ciudad de México, se pensó primero en renovarlo, pero se optó por demolerlo para construir otro, acorde con el crecimiento urbano y cultural de la ciudad.

La ubicación del nuevo teatro fue objeto de un minucioso estudio, tanto por parte de las autoridades como por su arquitecto, el italiano Adamo Boari. Finalmente, en 1901 ya se había decidido que se situaría a un costado de la Alameda Central.

Los trabajos iniciaron en 1904, con el objetivo de terminarlo en cuatro años; sin embargo, problemas presupuestales y técnicos demoraron su conclusión. Tras el estallido de la Revolución en 1910 y el agravamiento de la situación económica en el país, Adamo Boari regresó a Europa en 1916, indicó el instituto.

A partir de 1930, bajo la presidencia de Pascual Ortiz Rubio, el arquitecto Federico E. Mariscal fue el encargado del proyecto de la conclusión del Teatro Nacional, y en 1932, con el apoyo del secretario de Hacienda, Alberto J. Pani, la obra fue revitalizada.

Se dieron instrucciones precisas de concebir un edificio "asiento de una institución nacional de carácter artístico", que albergara varios museos, por lo que se cambió el nombre del edificio, de Teatro Nacional a Palacio de Bellas Artes, inmueble que fue concluido el 10 de marzo de 1934.

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