Recuperan esplendor retablos del santuario de Ocotlán, Tlaxcala

30 de Julio de 2014
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México, 30 Julio 14 (Notimex).- Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) coordinan los trabajos mediante los cuales los tres retablos de estilo barroco, que alberga el santuario de Nuestra Señora de Ocotlán, en Tlaxcala, recuperan, poco a poco, la belleza de tres siglos atrás.

Cubiertos con hoja de oro, los retablos escultóricos realizados en la primera mitad del siglo XVIII, son de madera ensamblada, dorada y policromada, están dedicados a la Virgen de Ocotlán, la Pasión de Cristo y la Virgen de Guadalupe, con una altura de 14 metros, el primero, y 13 los dos restantes.

El trabajo de intervención comenzó en mayo pasado y se prevé que concluya en diciembre con la restauración del retablo de la Pasión de Cristo, mientras que las labores en los de la Virgen de Ocotlán y la Virgen de Guadalupe, se prolongarán hasta 2015, informó el INAH.

La restauradora Claudia Jazziel Lumbreras Delgado, del Centro INAH Tlaxcala, explicó que la propuesta de restauración contempla cuatro etapas.

La primera incluye la estabilización material, luego la limpieza superficial (eliminación de polvo) y química (eliminación de restos de barnices, suciedad incrustada, manchas de humedad y de pintura), posteriormente la reposición de elementos y, finalmente, el resane y la reintegración de los dorados y de las policromías de ángeles y esculturas.

Para ello, se han adaptado dos talleres en los que se intervienen las esculturas y se elaboran las tallas para la reposición de faltantes.

La especialista refirió que las obras presentaban principalmente problemas relacionados con intervenciones anteriores que, si bien ofrecieron soluciones, alteraron el conjunto original, además de algunos desperfectos en los dorados y en algunos elementos decorativos, como tallas y molduras.

Acotó que si bien los retablos datan de la primera mitad del siglo XVIII, las esculturas que los decoran tienen diferentes temporalidades.

“Por su técnica de manufactura, encontramos que algunas son del siglo XVIII y otras del XIX, estas últimas pudieron haber pertenecido a retablos ubicados en la nave y que luego se incorporaron al conjunto. Por eso hay elementos escultóricos que se repiten, como los arcángeles o las figuras de San Juan”.

En la restauración, expuso, se ha buscado aplicar un mismo criterio, ya que se trata de un conjunto de retablos que forman una unidad. Primero se creó el de la Virgen de Ocotlán, luego el de la Pasión y por último el de la Virgen de Guadalupe, lo que se advierte por la decoración y calidad de los materiales de manufactura.

“Su realización se atribuye al artista indígena Francisco Miguel Tlayoltehuanitzin, oriundo de Tlaxcala; sin embargo, por la diferencia en la calidad de tallas, materiales y elementos decorativos se piensa que fueron otras manos las que intervinieron en su creación”, explicó la especialista.

En el retablo de la Virgen de Ocotlán, detalló, destacan la variedad de flores, conchas y elementos como la luna y el sol, en tanto que las esculturas -la mayoría originales del siglo XVIII- se relacionan con la Virgen María, con las figuras de San José y San Juan. La Virgen reposa sobre un nicho de plata que ha sido modificado en varias ocasiones.

El retablo dedicado a la Pasión aborda la muerte de Jesús y el sufrimiento de la Virgen María, con las esculturas: la Dolorosa, la Piedad y un Cristo crucificado en la parte central. También se aprecian frutas (granadas y uvas) y algunas flores.

Mientras que en el retablo de la Virgen de Guadalupe tiene una decoración muy similar, pero sobresale el uso de la rocalla como elemento recurrente.

El Instituto recordó que la iglesia de Ocotlán, ícono de la ciudad tlaxcalteca, también data del siglo XVIII y su estilo es barroco.

Las torres gemelas, de tres cuerpos, están decoradas con figuras de argamasa y representan el Misterio Eucarístico. Posee una barda atrial con seis accesos.

Su fiesta patronal se realiza el primer lunes de mayo; los feligreses descienden la imagen del nicho al altar, y el tercer lunes se emprende una gran procesión por las calles de la ciudad.