Historias en Papel

12 de Septiembre de 2014
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México, 12 Sep. (Notimex).- “La prisión del amor y otros ensayos narrativos”, de Hernán Lara Zavala, señala que la inagotable variedad de la vida es la materia de todas las obras literarias. Sin amor no habría polvo enamorado, pero lo contrario es igualmente cierto: La literatura alimenta la vida de los seres humanos, a veces la modifica y otras, la inventa.

El libro explora esa relación de ida y vuelta, y propone al lector un viaje por la condición humana a través de la revisión de algunas obras más destacadas de la literatura moderna. El autor transita por sobre el entramado de epifanías y erotismo de la obra Joyce, por la atribulada vida de Malcolm Lowry y por la estética del fracaso de F. Scott Fitzgerald.

También por las cercanas distopías Orwell y Huxley, y por las desembocaduras literarias de Nietzsche. En el camino también aparecen Wilde, Faulkner, Hemingway, Stevenson y Proust, el divorcio entre ciencias y humanidades, y por la alianza entre alcohol y escritura. Los ensayos de este libro son verdaderos paseos a la manera de los ejercicios de asombro.

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“La sangre al río: La pugna ignorada entre Maclovio Herrera y Francisco Villa”, de Raúl Herrera Márquez. Tiene un fragmento interesante: “Mi general, le vengo a informar que voy a matar a Francisco Villa”. Una sorpresa en la mirada del presidente Álvaro Obregón delata su sorpresa. Tras intercambiar palabras con él, Jesús Herrera se despojó de rodeos.

Las puertas de Palacio Nacional se abrieron para él gracias a la gran cercanía que sus hermanos, los difuntos generales Luis y Maclovio Herrera, tuvieron con Obregón. El presidente mantiene una expresión serena, sólo traicionada por la pérdida de la sonrisa, por su silencio y por el tamborileo de sus dedos sobre unos documentos en el escritorio.

“No le vengo a pedir permiso, general”, continúa Jesús, sin intimidarse por el silencio del presidente. “Le vengo a avisar. Esa fiera se ha ensañado con mi familia. De los hombres sólo quedo yo. Hace unos días me mandó dos asesinos. Gracias a Dios, un pariente lejano que andaba en Canutillo por negocios se dio cuenta de los movimientos y me previno (…)”.

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“Los señores de la costa. Historias de poder en Careyes y Cuixmala”, de Carlos Tello Díaz, es el apasionante relato de los excesos, las intrigas y todas las genialidades de los personajes que moldearon, con su personalidad, una de las zonas más bellas de México. Cuenta la historia detallada y puntual de la hermosa y cara costa de Careyes y Cuixmala.

El desarrollo de esa zona millonaria involucró a varios de los más grandes magnates del mundo entero durante el pasado siglo XX, como el millonario boliviano Antenor Patiño y el británico James Goldsmith, y a personajes de fábula como el fantástico y muy reconocido italiano Gian Franco Brignone, enorme impulsor del estilo que predominó en esa Costa.

La región, visitada por modelos como Cindy Crawford, donde tienen casa cantantes como Mick Jagger, atravesó por una guerra de intereses que puso a temblar a todos a fines del XX, para culminar en la protección de las selvas y los manglares de la costa de Jalisco. En Careyes y Cuixmala, el desarrollo fue obligado a ser compatible con la naturaleza.

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“Piel bandida”, de Josefina Estrada, ofrece nueve cuentos de potencia implacable. En cada relato el lector es testigo de las complejas maquinaciones de hombres, mujeres y niñas que viven al margen no sólo de la sociedad, sino también de las buenas conciencias, y a veces de su propia conciencia. La autora conduce y guía público por cada narración.

Eso, porque posee el don de meter al lector, de cuerpo presente, en el cerebro y el corazón de seres de los cuales, con toda seguridad, huiríamos si los conociéramos en la calle o en una fiesta. Sin embargo, se traspasa la máscara de la violencia y se revela a un ser humano tan limitado que el único recurso que maneja para relacionarse con el mundo es la agresión.

Los personajes de “Piel bandida” también penetran, a lo largo del libro, en la frontera entre lo socialmente aceptado y lo humanamente necesario. Aquí se descubre, en toda su magnificencia, la riqueza enorme del registro literario de la narradora, capaz de alternar entre el universo delincuencial y los matices más sublimes de un erotismo trascendente.

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“Indio borrado”, de Luis Felipe G. Lomelí. Como indio borrado, “El Güero” es uno más de los nuevos olvidados en un mundo inmerso en la violencia. El caos reina en todo lo que le rodea, incluso en su propio núcleo familiar: Ya no soporta el llanto del “Cabrito”, el hijo de su hermana, las ojeras de su madre, ni el característico olor de su padre.

Entre los recuerdos de su niñez, cuando vendía serpientes de madera con su hermana la “Leidi”, los consejos de su tío “Absalón” y las voces de unos fantasmas que le hablan del pasado de su ciudad y de sus ancestros, “El Güero” debe lidiar con el paso a la adultez y los sentimientos dominados por la ira. Ese es el entorno del personaje de esta fría historia.

Profundamente marcado por su rol en la pandilla de “Los Rats” y su primer trabajo como albañil, e hipnotizado por los ojos de gata de “Lina”, debe descubrir cuál es su lugar en el mundo pero, sobre todo, dejar ver su más profundo deseo. Aún no llega su padre a casa, pero sí el momento de acabar con esa sombra que lo ha sumido en la furia y el rencor.

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