El inglés ha sido impuesto al mundo y esa es una arrogancia: Banville

22 de Octubre de 2014
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Oviedo, 22 Oct (Notimex).- El escritor irlandés John Banville lamentó que las obras en español de muchos escritores no hayan sido traducidas y afirmó que “el inglés básico ha sido impuesto al mundo y esa es una arrogancia”.

Banville, declarado ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014, por su “inteligente, honda y original creación novelesca”, ofreció este miércoles una rueda de prensa en el emblemático Hotel de la Reconquista, en esta capital norteña.

“El inglés se ha convertido en la lengua universal, el inglés está por todas partes, incluso en los círculos diplomáticos es más importante que el francés”, anotó.

Sin embargo, expresó que “es un tipo de aislamiento, pensamos que nos pertenece el mundo, pero nos estamos aislando dentro de nuestro propio idioma”.

Lamentó no poder leer a muchos poetas y escritores que hacen sus obras en español porque no han sido traducidas.

Puso como ejemplo que ha buscado mucho que se traduzca la obra de su amigo, el argentino Rodrigo Fresán.

“A Javier Marías, por ejemplo, si lo traducen, pero hay muchos poetas, escritores que no conozco de nada, no solo españoles, sino de otros países” abundó.

Resaltó que “estamos aislados del resto del mundo y esto nos da la impresión de que la única literatura verdadera se está escribiendo en lengua inglesa y esto no es cierto”.

Al enfatizar que debe haber infinidad de autores y de obras valiosas en otros idiomas cuyo contenido no va a poder leer, aseguró que “esto es una fuente de tristeza para mí”.

Banville, considerado por algunos críticos como el “heredero natural” de Nabokov, habló sobre su proceso de creación y afirmó que “todas las obras de arte son fracasos y tienen que serlo, porque si el artista es un artista real siempre busca la perfección”.

“Nunca llegamos a la perfección y de hecho tras de mí hay un montón de libros abandonados, que en algún momento trabajando en ellos dije: no puedo, no puedo, pero luego, cuando se publican, uno aspira a hacerlo aún mejor”, manifestó.

El autor de libros como “El mar” (2005), “Los infinitos” (2009) y “Antigua luz” (2012) puntualizó que “hay muchos errores detrás de nosotros y así soy yo con mis libros, solo veo los dientes rotos, la parte fea, la fealdad de mi literatura”.

Sin embargo, confió que sí espera que los libros sean hermosos. “Intento darles el peso, la enjundia, la necesidad de la poesía, porque el poema es la única obra de arte que o la tomas o la dejas”.

Por ello, agregó, “espero que sea la postura de los lectores con mis libros, que los tomen o los dejen y es interesante ver la opción final”.

Banville, quien con el pseudónimo de Benjamin Black inició en 2006 con “Christine Falls” una serie de thrillers protagonizados por el patólogo forense Quirke, explicó que “Banville y Black son escritores muy distintos y escriben de forma muy distinta”.

“Hay pocas cosas en común, excepto cuando estoy cansado después de comer, como a las tres y media de la tarde, cuando uno intenta solaparse con el otro, pero al revisar el trabajo veo que uno ha intentado escribir como el otro y viceversa y tengo que deshacer eso”.

Para el escritor, haber ganado el Premio Príncipe de Asturias de las Letras fue un motivo de gran felicidad.

“Me sentí como un niño pequeño a quien su padre le había traído un juguete que había querido siempre y se lo regala. Sientes durante unos segundos que vas a vivir para siempre”, expresó.

Apuntó que le satisface mucho que se le reconozca en un país como España, “pues mis compatriotas no me reconocen tanto como aquí”.

En su momento, el presidente del jurado, el titular de la Real Academia Española (RAE), José Manuel Blecua, indicó que Banville (Wexford, Irlanda, 1945) tiene una prosa que “se abre a deslumbrantes espacios líricos a través de referencias culturales donde se revitalizan los mitos clásicos y la belleza va de la mano de la ironía”.

“Al mismo tiempo, muestra un análisis intenso de complejos seres humanos que nos atrapan en su descenso a la oscuridad de la vileza o en su fraternidad existencial”, recalcó.

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