“Maléfica”: el arquetipo

02 de Julio de 2014
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La reciente propuesta cinematográfica de “Maléfica”, protagonizada por Angelina Jolie, nos permite ver una cara diferente de la historia, es decir, la posible explicación para su actitud vengativa, que va más allá de su enojo por no haber sido invitada al bautizo de la princesa Aurora.

Lo cierto es que en la historia original del escritor francés Charles Perrault (1697) y que los Estudios Disney llevan a la pantalla en 1959, nos presentan a una “Maléfica” que es una bruja mala simplemente porque así es su “naturaleza” y no hay nada más que contar.

Estoy segura que esto tiene un impacto subjetivo que hace que se enfaticen las características del estereotipo de género de la princesa Aurora, para transmitirnos desde niñas el mandato social de que debemos ser exclusivamente buenas, sumisas, dependientes y nada autónomas.

En esta nueva historia escrita por Linda Woolverton, el personaje de “Maléfica” es un hada que cuando niña alimentaba a los animales y jugaba con las criaturas que habitaban el Páramo, eratranquila, fuerte, amable, ingenua y sabia.

Cuando Stefan, un niño del reino humano, entró en el Páramo, “Maléfica” no lo convirtió en un escarabajo por haberlo invadido, ni aun dándose cuenta de que él había robado una joya con aspecto de roca.

Lo único que hizo ella fue pedirle que se la regresara y “Maléfica” la devolvió al lago de donde Stefan la había robado. Cuando el niño ve a “Maléfica” regresar la joya al lago, le dice “si hubiera sabido que la ibas a tirar me la quedaba”, a lo que ella responde: “No la tiré, la regresé a casa… y eso mismo haré contigo”.

En ese momento “Maléfica” no lanza ninguna maldición al contrario; ése fue el inicio de una amistad que luego se convertiría en una relación de pareja cuando comparten un beso; según Stefan un beso de amor “verdadero”.

Sin embargo, la ambición que Stefan muestra desde niño al momento de robar esa joya va creciendo con el paso de los años, lo que le hace traicionar el amor de “Maléfica”, dándole un brebaje que la hiciera dormir para así cortar sus alas y entregárselas al Rey, quien abdicaría a su favor convirtiendo a Stefan en Rey.

Cuando “Maléfica” despierta sus alas ya no estaban, habían sido cortadas y robadas por el hombre a quien ella amaba y en el que confiaba. Su cuerpo estaba roto, su corazón destrozado por la traición y su alma llena de fisuras… hecha añicos.

Entonces su alma fue llenándose de una actitud fría, dura, implacable y vengativa, dando cabida a una nueva “Maléfica” llena de rabia por el gran dolor de la traición y la pérdida de sus alas.

Seguramente a estas alturas ya han podido darse cuenta de que la “Maléfica” de esta nueva propuesta es muy diferente a la historia que todas y todos conocimos de niñas y niños en la Bella Durmiente, es decir, que esta “conocida villana” se convierte aquí en un personaje más complejo y sobre todo más humano.

Es mucha la simbología que esta historia nos presenta, la cualtrataré de analizar en diferentes artículos, no sólo desde una perspectiva de género sino también emocional, ya que merece ser analizada a detalle.

Empecemos por la traición del vínculo afectivo, que bien podría ser un vínculo de pareja, con la madre, con el padre, con una figura significativa o incluso con una misma.

Es de esperarse que “Maléfica” ante la traición se sintiera herida y reaccionara violentamente planeando estratégicamente su venganza.

Sin embargo, esta circunstancia no la hace mala sino todo lo contrario, la hace humana, o ¿quién no reaccionaría igual si alguien a quien amamos no sólo nos traiciona, sino que corta y lastima nuestro ser emocional o incluso físico, quitándonos aquello que representa nuestro poder como mujeres, cortándonos nuestras alas?

Como hicieron con la Gran Diosa los pueblos indoeuropeos al exterminar este culto a lo femenino, dividiendo la fuerza de la Gran Diosa entre muchas diosas e imponiendo las tres religiones patriarcales: judía, cristiana y musulmana.

Religiones que son la representación del patriarcado que tanto ha afectado a mujeres y hombres. Una mutilación, una violación que está arraigada en el inconsciente colectivo de las mujeres de todas las culturas.

Desde mi visión muy particular, no existe una mujer que no haya tenido en su historia de vida una experiencia de traición, la cual nos provocó un profundo dolor, mismo que se fue transformando en ira o enojo.

No expresar este enojo no quiere decir que no lo hayamos experimentado, sin embargo, es cierto que el enojo de las mujeres no está legitimado(**), al contrario, cuando lo expresamos somos tachadas de locas, somos perseguidas, heridas, asesinadas, señaladas y como a “Maléfica”, nos cortan las alas.

Sin embargo, este personaje que de tan humano muestra su gran dolor y rabia, nos permite mirar en ella también a una mujer que no es sumisa, que defiende sus derechos, que tiene libertad, que es fuerte y ejerce su autonomía, a una mujer que, como el arquetipo de la diosa Artemisa, lucha contra la injusticia.

Si aterrizamos esta historia en nuestro mundo, cuando una mujer experimenta la herida de la traición a muy corta edad, generalmente será generada (según Louise Bourbeau) por el padre en el caso de la niña y por la madre en el caso del niño.

En algunas niñas les llevará a crear una fuerte dependencia con el padre y a sentirse sumamente decepcionadas cuando el papá no cumplía su palabra o promesa, ni con las expectativas de la niña del padre “ideal”.

Para no sentir la herida de la traición, la personalidad de la niña construye (así como “Maléfica” construyó un cerco de espinas) un mecanismo de defensa a través del control o la indiferencia, para no mostrar su profundo dolor.

Me queda claro que esta nueva historia no rompe del todo con los estereotipos de género que hemos aprendido por miles y miles de años, a través de los cuentos de hadas que son arquetipos como toda leyenda o mito.

Sin embargo, agradezco a la autora y creadora de esta nueva “Maléfica” que con este extraordinario y maravilloso personaje femenino haga contrapeso a los cuentos de hadas y princesas que refuerzan el mandato social, que exhorta a las mujeres a no validar nuestra ira y nuestra fuerza cuando nos lastiman.

Hasta aquí, quizás algunas mujeres han podido reconocer cuál ha sido la traición que al igual que la protagonista de esta nueva historia de hadas y princesas han experimentado, y quizás les haya llevado a crear un escudo agresivo protector de su dolor.

Un escudo que es una parte que tenemos derecho todas las mujeres a expresar con el fin de protegernos, defendernos y apropiarnos de nuestro poder y nuestra fuerza.

Creo interesante que quienes aún no hayan visto esta película se den el tiempo de verla desde esta visión arquetípica, de género y emocional, que les permita reconocer la simbología de esta historia y relacionarla con la propia.

Invito a que se den la oportunidad de hacer a un lado la idea de que es una película de Walt Disney y por ende una película comercial, para que puedan darse cuenta si desde esta visión diferente resuenan con algo de su historia de vida.

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